Mujeres Guerreras. Mi Nueva Serie

1228_monica_carranza_g5.jpg_1121220956[1]

Mujeres Guerreras
En 2017 seguimos hablando de mujeres oprimidas, asesinadas por sus parejas, explotadas laboral y sexualmente, cobrando menos sueldo que un hombre que hace el mismo trabajo, con muchas menos posibilidades de acceder a puestos de poder.

Aun así, seguimos. No nos dejamos vencer. Con humor y con amor continuamos ejerciendo los miles de oficios que nos asignan, nos ponemos montones de sombreros diferentes por día y traemos un sueldo a la casa mientras curamos algunas heridas con curitas y de las otras con caricias, doblamos y acomodamos la ropa limpia donde corresponde, alimentamos a la tropa como gourmets, damos ánimo a quien lo necesite, somos profesoras de matemática, costureras, consejeras, sargentos primeras y psicólogas. Expertas en encontrar las mejores ofertas y en exagerar las virtudes ajenas. Somos las únicas capaces de encontrar una media perdida, una solución a la tarea, un disfraz a último momento y una palabra de aliento para nuestro descorazonado compañero.
Esas somos las mujeres.
En esta serie “Mujeres Guerreras”, pondré el foco en casos particulares de mujeres que han superado todos los obstáculos, así como en otras que pueden haber tenido más oportunidades y que las han aprovechado para el bien.

A continuación la primera de las “Mujeres Guerreras”

Hace unos 20 años estaba en la sala de espera del kinesiólogo argentino Norberto Furman, leyendo una revista. Allí entrevistaban a una mujer humilde que dedicaba su vida a ayudar a otros tan humildes como ella.
Era Mónica Carranza y su organización se llamaba “Los Carasucias”.
Esta mujer con sólo 9 años quedó huérfana junto a sus 10 hermanos luego de lo cual fueron separados y enviados a distintas instituciones. Imaginen lo mal que la estaba pasando que con esa tierna edad se escapó y terminó viviendo en la calle, donde atravesó por todo tipo de vejaciones. Ya de adulta y para evitar que otros niños pasarán por situaciones similares, hipotecó su casa y creó esta fundación.
En lo del kinesiólogo recorté el pié de página donde estaban sus datos (no había teléfonos inteligentes en esa época) y me lo llevé. Pronto cumpliría años y se me ocurrió que en vez de que me trajeran regalos, mis amigos (habría 150 invitados) donaran dinero para ella. Así recaude 1800 pesos que en ese entonces eran 1800 dólares y le pedi que venga al final de la glamorosa fiesta. Entonces conocí a ése ser humano tan sencillo como maravilloso. Aun conservo la cartita que dictó a su marido -ya que no sabía leer ni escribir-, para mi boda, antes de nuestra emigración a los Estados Unidos en el 2002. Mantuvimos contacto hasta su muerte por cáncer, en diciembre de 2009.
Cuando una mujer tiene al mundo en contra suyo y utiliza sus desgracias para luchar, salir adelante y ayudar a que otros la pasen mejor de lo que la pasó ella, en mi opinión, son la definición del héroe.
Mónica Carranza alimentó en sus comedores a tantos miles de humanos olvidados de la sociedad: los hambrientos, los desamparados, los enfermos de sida, los enfermos mentales. Nunca aprovechó lo que recibía en beneficio propio y lamentablemente se fue demasiado temprano, con solo 63 años vividos con una intensidad de heroína de película. Luchó por mucho tiempo contra su cáncer convencida de poder vencerlo como lo había hecho con tantas batallas, pero su Jesús amado aparentemente decidió que ya era momento de descansar en paz. ¡Esperemos que así sea querida Guerrera!
Para ayudar: https://www.facebook.com/fundacioncarasucias/